Por Xan das Verdades

La certeza de que Canedo ha sido apartado, de manera prácticamente irreversible, de sus funciones represivas ha producido una satisfacción casi generalizada entre la militancia y simpatizantes socialistas de El Bierzo. Al presunto extinto se le puede reprochar casi todo, excepto la reunión de las Azores, pero hay que agradecerle sus indudables facultades para motivar consensos. Nunca otro político berciano concitó, fuera de su pueblo, un rechazo tan acusado entre sus correligionarios, porque nunca tantos personajes del socialismo berciano, aún sin especiales afinidades entre ellos, habían coincidido en señalar que su desaparición del escenario decisorio orgánico, era fundamental para encarar cualquier planteamiento de futuro.

Sus maniobras desesperadas de última hora no le han servido, y el montaje de favoritismo, terror y escarmiento que regentaba junto con Miguel Martínez, y la pasividad cómplice de Villalba, ha sido desmontado, con criterio y pericia pero sin contemplaciones, por el nuevo secretario provincial Francisco Fernández. Los excesos suelen acarrear malas consecuencias; a su pasivo, deberá apuntarse la jugarreta más vergonzante, ilegal e injusta de nuestra historia política reciente, como fue la arbitrariedad que desembocó en la disolución de la agrupación de Ponferrada. Todavía debe creer que, dejando colocados a algunos notorios deudos suyos, va a seguir influyendo y mandando algo por delegación; que no se equivoque, con la separación cantada se acabó su crédito político, y nadie, que sea medianamente listo, va a dejarse manejar por quien representa un pasado inmediato tan turbulento como reprobable.

No se van a tirar cohetes por su liquidación, porque aún va a dar coletazos, pero caerá más de un cubata para celebrar la buena dirección emprendida. Había llegado más allá de lo que por sus méritos y formación se esperaba; disponer de un ayuntamiento emergente, al lado de la ciudad que viene canibalizando el crecimiento y desarrollo de toda una región en caída libre, junto con la circunstancia histórica del acceso de Zapatero al poder partidario y gubernamental, obraron ese difícil milagro. Pero no ha sabido administrar bien esos regalos del destino, y en vez de aplicar mesura y concordia, henchido de arrogancia, decidió meterse en camisas de once varas que van a pasarle factura sin remedio. El peor hombre público no es el menos capaz, si no el que convierte su relevancia y poder en una herramienta de oprimir y favorecer injustamente.

Los próximos meses, le veremos desarrollar una frenética actividad tratando de dar vuelta a los acontecimientos para recuperar protagonismo; un protagonismo que ya sólo le sería posible con una nueva purga de la mayoría de las agrupaciones y militancia bercianas, cosa poco o nada probable. Lo primero que debería hacer es empezar a construir una buena y sólida explicación para que Óscar López no lo acabe de fumigar por haberse pasado. Es de suponer que, López, tras informarse  y conocer de qué ha ido la cosa, será consciente del embolao en que le han metido, y obrará en consecuencia.

Medir muy bien sus pasos debe ser la mayor preocupación del defenestrado porque, al parecer, hasta tres iniciativas distintas se están coordinado para pedirle responsabilidades muy serias, bien por actos corporativos, como por emplearse en gestionar materias sumamente delicadas. No son los  mejores días para Canedo, pero lo son de esperanza para quienes, sin culpa alguna, han sido privados de militar en su partido y estigmatizados por no ser de su cuerda. Creer que por coincidir cerca el lugar del corazón con el de la cartera son intercambiables, es el peligroso comienzo de un mal desenlace; pero la cosa hoy va festiva, con  el conocido estribillo del hombre que se convirtió en caimán:
               ...lo que come este caimán, es digno de admiración
                  come queso y come pan y bebe tragos de ron.
                  Se va el caimán , se va el caimán, se va para....
                  El Corte Inglés.