GERMÁN VALCÁRCEL | Tres años después de dejar la alcaldía, todos los ponferradinos son conocedores de que Samuel Folgueral y su cuadrilla gobernaron durante dos años como el más vivo reflejo de la ignominia, el fraude y el sectarismo.

Ponferrada, una ciudad acosada y empobrecida, en declive económico y social, golpeada por el envejecimiento y el desempleo, y mal gobernada, ha tenido que, una vez más, asistir a un espectáculo bochornoso e indecente como es escuchar las declaraciones del que pasará a la historia de esta desgraciada ciudad como uno de los políticos más desaprensivo y procaz que haya dado esta tierra, negando y cuestionando una sentencia judicial que ponía negro sobre blanco lo que fue la forma de funcionar, y el desprecio y autoritarismo hacia los alcaldes pedáneos, con que ejerció su cometido el que fuera el concejal del Área Rural, Santiago Macías.

No es algo nuevo, no han sido suficientes nueve sentencias judiciales anulando, revocando y declarando nulas todas las actuaciones fundamentales que adoptó mientras iluminó la ciudad con su marrullería licitadora y su brutal sectarismo político, para hacer callar a semejantes personajes.

Que el exalcalde Folgueral y su pandilla usan la mentira y el engaño diariamente en su acción política y mediática es algo que desde este medio de comunicación y desde esta modesta columna de opinión no hemos parado de denunciar. Servidor ha tenido que pagar por ello con insidiosas campañas orquestadas por su mendaz jefe de prensa y por el responsable de la  checa “usista”, el ínclito Santiago Macías.

Desgraciadamente,  esta chusma, a los que el poder judicial ha empezado a desnudar y amenaza con dejarlos en bolas, siguen, bajo las siglas USE, calentando sillón en el salón de plenos del Ayuntamiento de Ponferrada, y cobrando por asistencia a plenos y comisiones sin haber hecho efectiva la devolución del dinero cobrado de forma irregular, según sentencia judicial. Todo ello con la complicidad de una alcaldesa inepta e incompetente, más preocupada por su futuro político que de gobernar y solucionar los graves problemas que arrastran el Consistorio y la ciudad, o de regenerar la vida política institucional de la capital de la comarca.

Personajes de esta catadura deberían desaparecer de la vida política municipal, si en esta ciudad  hubiera un mínimo de decencia cívica. Al menos nos evitaríamos el bochorno y la vergüenza de seguir recordando que más de cinco mil de nuestros conciudadanos los votaron y algunos indocumentados, todavía, siguen diciendo que son gentes de izquierda. La izquierda es otra cosa, estos no llegan ni a progres.

Encontrar gentes de bien en el mundillo político local es como buscar una aguja en un pajar

No deja de sorprender que, con la gestión que llevaron a cabo, todavía haya necios que sigan sosteniendo que Samuel Folgueral, Santiago Macías y demás fulleros políticos que les acompañan son de izquierda. Como estamos en días de festejar el doscientos aniversario de don Carlos Marx, a esos despistados que siguen justificando a estos siniestros individuos les dejo esta cita, extraída de las II Tesis sobre Feuerbach: “Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”. 

Ciertamente, la izquierda en España es un oxímoron, en el Bierzo directamente una estafa que confunde República –mientras no sea la catalana– con izquierda, cuando el republicanismo es ideológicamente polimorfo, pasando por ideas de esa “izquierda difusa” practicante del doble juego de epatar por la chorrada y la bufonada (léase en este caso el Mundial de Ciclismo) y sorprender, al incauto, pactando con un acosador convicto y máximo representante de las acciones políticamente más corruptas ejecutadas en esta ciudad y emblemáticas de cómo y para que utiliza las instituciones la derecha.

La sociedad ponferradina, una ciudadanía desmemoriada, políticamente idiotizada y sectaria, solo podrá liberarse de tanta ignominia y  empezar a mirar hacia el futuro el día que se esfumen –más digno seria que los expulsara– de la vida política local todos esos personajes que, desde el diputado Eduardo Fernández o el ayatolá bercianista Tarsicio Carballo, pasando por el virrey de la “izquierda trasformadora” el Consejero Fernández, hasta el último llegado al club de marionetas, el antedicho Folgueral, que, no lo olvidemos, llegó bajo las siglas del PSOE, han estado unidos y ejercido de mamporreros, durante los últimos veinticinco años, del que ha sido el gran manipulador de la vida política municipal e ideólogo del modelo especulativo de ciudad que ahora agoniza, el viejo galápago Ciudadano Álvarez.

Hace tiempo aprendí que encontrar gentes de bien en el mundillo político local es como buscar una aguja en un pajar. Tengo hoy menos motivos que ayer para pensar lo contrario.