GERMÁN VALCÁRCEL | Tanto derecho tienen unos a alegrarse por la llegada al poder del PSOE, como quien esto escribe a permanecer en el más absoluto y sobrio escepticismo. Me alegro por aquellos que se encuentran emocionados. En lo que a mi concierne, ningún reproche les hago, simplemente me dedico a expresar mi opinión.

Si ser cenizo significa no celebrar ni participar ni motu propio ni por arrastre de la ilusión efímera de una mutación gatopardiana, soy entonces el contenedor de la térmica de Cubillos del Sil, pero me resulta desolador ver a una parte significativa de la “izquierda” social de este país –esa que cree que puede pasar de las manifestaciones en la calle a compartir intereses clasemedianos y chalecitos con Ana Patricia Botín– regocijándose con el postureo de esa progresía de canapé que llega a los ministerios.

El PSOE es un partido que maneja muy bien el marketing y la técnica de maquillaje político, por eso no resulta extraño que los miembros elegidos por Pedro Sánchez, para su primer ejecutivo, representen, perfectamente, los sueños húmedos de todo clasemediano de bien, sin distinción de género. Un gobierno donde además, se encuentra magníficamente representado el "feminismo responsable" de ejecutivas y burócratas, el feminismo elitista y clasista que tanto gusta a esas clasemedianas de vaqueros rotos firmados por Armani con ansias de “mandar” y trepar dentro de los esquemas patriarcales, ese feminismo que más que luchar contra los valores del patriarcado solo quiere la mitad del pastel del poder, ese feminismo capitalista que utiliza y explota a las mujeres de las clases más bajas para que realicen las tareas más penosas, mientras ellas se “liberan” y aceden a los puestos de poder y de prestigio. El típico gobierno pijo progre que termina echando a las clases populares en manos de gentes como Le Pen, Salvini, Trump o Rivera.

En definitiva un Gobierno  socialista y republicano que, al mismo tiempo que promete un Constitución monárquica, impulsará políticas capitalistas y neoliberales –para eso se traen de Bruselas a la directora de presupuestos de la UE y antigua candidata de Cs a la jefatura del Banco de España– comprando apoyo social con migajas de bienestar; un Ejecutivo en el que tenemos a feministas dirigiendo instituciones del Estado (constructo patriarcal donde los haya), bien sometidas a su razón, la de Él, no a la de ellas, y a jueces dirigiendo el Ministerio de "Orden Publico" con leyes mordaza que llena las prisiones de canciones y dan voz a los que callan en las televisiones, mientras, el fascismo reclama espacio público y nos habla de libertad y convivencia.

A pesar de lo antedicho hay mucha gente que está volviendo a caer en la trampa del PSOE, con el peligro que ayer apuntaba, en un tuiter, el escritor y periodista Isaac Rosa: "1982-2004-2018, que no haya ninguna generación de jóvenes españoles sin su ciclo de entusiasmo-desencanto-repudio con el PSOE", pero lo más triste no es la generación de jóvenes sino los que, habiendo pasado ya una o dos veces por lo mismo, se empeñan en entrar de nuevo en la noria. Me recuerdan a esas mujeres maltratadas que una y otra vez perdonan, perdonan, esperan, aguantan y no denuncian ni se van. Algunos, y algunas, llevan recibiendo maltrato desde mil novecientos ochenta y dos. ¿Recuerdan aquello de OTAN de entrada NO? Por no hablar de todo lo que vino después con la cal y los Gal.

Lo que hace más preocupante la situación actual es que está sostenida por una estrategia discursiva aduladora por parte de Podemos que apuntala el perenne pragmatismo –el baboso tuit de despedida de Pablo Iglesias a M. Rajoy demuestra que ese ególatra de púlpito y oportunista de salón está ya integrado plenamente en la casta representativa– que parece buscar siempre la izquierda institucional y que suele desembocar en la marginalidad y la inutilidad más absolutas a nivel institucional y en un estancamiento de las luchas por abajo con el consiguiente vaciamiento de las calles que ello conlleva, y desactivando la capacidad de crear y de articular utopía que tan bien catalizó aquel 15 de mayo de 2011.

Si la izquierda social de este país no es capaz de entender que el mensaje que el Régimen trata de transmitir, con la investidura de Pedro Sánchez y la conformación de su gobierno, es la derrota de lo que significó el 15M y la restauración del "orden en Madrid", se equivoca mucho y lo pagaremos pronto, en las próximas municipales y autonómicas a lo más tardar.