Gregorio Bernabé García, árbitro del Ponferradina-Cádiz celebrado ayer en El Toralín, se convirtió en el protagonista del encuentro celebrado ayer en el estadio de El Toralín y que terminó con la derrota de la Ponferradina por tres goles a uno y que certifica casi matemáticamente el descenso a la Segunda División B. Dos penaltis (uno de ellos existente únicamente en la imaginación del trencilla) y cuatro expulsiones de otros tantos jugadores locales (Alessandría, Bornes, Fuentes y David Ramírez) pusieron triste final a la aventura de los blanquiazules en la categoría de plata del fútbol nacional. La paranoia arbitral alcanzó tal nivel que llegó incluso a enfrentarse con el coordinador de seguridad del recinto que únicamente trataba de proteger al cuarteto arbitral de mayores riesgos. Bernabé García tuvo que abandonar El Toralín por la puerta de atrás, casi dos horas después de finalizar el partido, y protegido por los mismos policías a los que se enfrentó en el terreno de juego.

Un Cádiz sobremotivado acabó, con la ayuda del árbitro, con las ilusiones de la Ponferradina de mantenerse en la Segunda división. Tras los resultados producidos hoy, y salvo sorpresas de última hora, Ponferradina y Real Madrid Castilla acompañarán a Vecindario y Lorca en la vuelta a la Segunda B. El gol conseguido por Nabil Baha de nada sirivió ante el recital de equivocaciones del trencilla que convirtió el partido en un rosario de injusticias ante un público que supo mantener las formas casi hasta el final del encuentro, animando continuamente a su equipo, como ha hecho a lo largo de toda la temporada. Con distintas varas de medir (permitiendo que los amarillos interrumpiesen continuamente el juego con pérdidas de tiempo y faltas técnicas), Bernabñe García, del colegio murciano, disfrutó en todo momento de la impunidad de la que disfruta el estamento arbitral y al que nadie parece querer poner coto.