OPINIÓN/ Riesco y Rubalcaba Imprimir
Miércoles 30 de Abril de 2008 03:12

Por Franca Galera

Llevo una semana sin separarme de mi amiga del alma, Carola. Y me temo que tendré que seguir a su lado otra hasta que acabe de contarme con pelos y señales todas las cuitas de la gala de los micrófonos de oro. Carola va de progre, pero se pierde con  estas  cosas. Fue de las primeras en hacer cola para sacar las entradas. A la hora de ubicarse en la gala, lo tenía claro. En esto, no vale hacer cola, me dice, está todo perfectamente organizado: a las que pagamos, nos toca en los lugares periféricos. Así que, previsora ella, se armó de prismáticos para observar desde la mesa y sobre todo, acudió mentalizada para hacer mucho trabajo de pasillo. En los pasillos,  me cuenta Carola, es donde está la vida. Y debe haber mucha, porque Carola me tiene totalmente enganchada con sus historias.

 

Quedó fascinada por la pareja Conde-Morente; de  él, habla y no calla. De ella, habla menos, pero ecuánime como es, mi amiga Carola, reconoce su increíble belleza. Me enseña las fotos que se hizo. Alucina con  la simpatía de Concha Velasco, la ironía de Wyoming y el buen ver de Noriega; llegadas a este punto, empieza a convencerme. Me cuenta chascarrillos de la pareja de hecho que forman Serrat y Sabina, en fin, un montón de historias que merecerían una página cada una.

Pero la historia interesante fue la que tuvo —entre pasillos, lógicamente— con un buen mozo de la organización del evento que le tiró los tejos.  El chico estaba rompedor total y, no veas la de cuitas que me contó de la gala, me explica Carola. Tengo que decirles que también me contó algunas de las cositas que le susurró al oído el mozarrón pero de momento me las callaré para no sonrojarles, amables lectores. Lo que le llamó poderosamente la atención a Carla fue,  la abundante representación de la carrera judicial que había en la gala. Será por el premio a Garzón, reflexiona, o será por otra cosa, dice dibujando una sonrisa maliciosa.  Además de éste, estaba Enrique López, me cuenta Carola, que es del Bierzo y está en el órgano de gobierno del Poder Judicial: el Consejo General. Fíjate —me dice mi amiga— ahí estaba Alonso y ahora es ministro con Zapatero, aunque, éste, Enrique,  tendrá que esperar a que gobierne el PP. Parece ser que, en versión del mozarrón de la organización, en la mesa de Garzón y aledaños, estaban varios magistrados del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo.

La perla de la noche, es una cuita que el buen mozo le contó a Carola. Parece ser que Riesco, como anfitrión, llegó de los primeros al Toralín. Echó un vistazo al salón y se dirigió a la mesa presidencial. Allí observó detenidamente las tarjetas con los nombres de los comensales y, discretamente, realizó algunos cambios. Tras maniobrar con las tarjetas, apareció en todas las fotos sentado al lado del premiado estrella  de la noche, el ministro Rubalcaba.

En este mundo de la imagen en que vivimos, ¿podrán más las fotos que la justicia?. Eso, amable lector, lo veremos en próximos capítulos.

 

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