Pajaritos y pajarracos/ Tarsicio y los otros Imprimir
Viernes 10 de Octubre de 2008 12:41

Por Xan das Maldades

Nos sorprende la Franca Galera desvelándonos una reunión, nada privada, en una céntrica cafetería de Ponferrada. Los asistentes, alcade y ex alcalde, Fierro, Martínez y el lider del PRB, o sea los miembros políticos del primer Consejo de Administración de Pongesur, sólo faltaron los consejeros funcionarios. No se sabe de qué hablaron, aunque se supone. Lo que está meridianamente claro es que no se reunieron para repartir nada; en ese caso, Tarsicio no estaría convocado. Lo que parece fuera de toda duda es que las dichas pasadas de Pongesur se les pueden transformar en desdichas eternas. Curiosamente, hay que reconocer que ha sido su burdo montaje el que ha preservado, hasta ahora, a ese despropósito municipal; es dificil imaginar que tras su aparente obviedad se desarrolle algo con tanta toxicidad legal.

 

Ahora, que parece que ese ente atípico va camino de ser diseccionado, es de esperar que los administradores aporten pruebas rigurosas de que toda su gestión ha sido transparente y ajustada a derecho. Pongesur tiene toda la pinta de ser un gran apaño, cosa que se refuerza al comprobar que cada vez que un lance judicial, que le concierne, rebasa los límites territoriales para recalar en una sala extraprovincial, los magistrados le propinan unos sonados revolcones.

Tampoco hay que retorcer ninguna argumentación para decir que las operaciones inmobiliarias iniciales de la Rosaleda son nulas de pleno derecho, ni más ni menos, y las siguientes están contaminadas con esa toxicidad de origen y por tanto susceptibles de serlo también; dejando a salvo a los compradores de viviendas por ser terceros de buena fe. No hay, en toda la variopinta geografía del ladrillo, un caso tan insólito como el de esta sociedad pública. Con su participación se han superado, con mucho, las clásicas actuaciones urbanísticas de Marbella, Seseña o Ciempozuelos, donde ciertos promotores obtuvieron ventajas excesivas para sus intereses por parte de unos agradecidos gestores públicos.

Aquí no ha sido así, el ayuntamiento que asumió el papel del promotor especulador les ha dado el servicio completo a los beneficiarios: compra el suelo y recalificación, gestión y realización de las obras de urbanización y por si fuera poco, cumplió el papel del tonto que pone el dinero) todo a la carta, para trasladar los beneficios a quienes el único palo que dieron al agua, fue intrigar para dar el pelotazo. ¡Tarsi, macho, menudo embolao! Sólo hay que verte, con tu modesto aliño indumentario, vendiendo lotería, como siempre, para imaginar que el esplendor que suelen proporcionar cemento y ladrillos no te afecta. Salvo que seas muy hábil con el disimúlo, es lógico convenir que estabas de comparsa; pero estás en el paquete y si a ellos los empapelan, a ti también. No voy a decir que sea injusto, lo debías haber pensado antes de meterte en ese berenjenal, pero si que es absolutamente desproporcionado que la amenaza del varapalo gravite sobre ti y tus bolsillos bolsillos, mientras los beneficiarios parecen ir de rositas.

Es de suponer que, solicitada la ejecución de la sentencia de las adjudicaciones, no se centre solamente sobre el Consejo de Pongesur; por la cuenta que le tiene al propio Consejo, debería tratar de hacer extensivas las responsabilidades a los beneficiarios externos y a sus probados testaferros, aunque cualquier cosa se puede esperar. Te voy a decir más: mucho me temo que, llegado el momento, haya un cierre de filas para proteger a quienes desde fuera estaban en el epicentro de la trama; de la misma forma que temo que no exista el mismo celo para tratar de exonerarte a tí.

No va a salir, desde esta columna, recomendación alguna para que te desmarques y defiendas tus intereses de manera autónoma, incluso con hostilidad respecto a los demás consejeros; y tampoco que hagas eso que se conoce vulgarmente por tirar de la manta, probablemente porque no sepas mucho más que el resto de la ciudadanía. Es bueno que sepas que hay en Madrid una fuente conocida popularmente con la fuente de los delfines; en tiempos del franquismo le llamaban la fuente Matesa, nombre del más sonado escándalo economico de la época, y decían que la razón de llamarle así era porque todos los peces gordos estaban fuera del agua, o sea de las responsabilidades, mientras los pequeños quedaban dentro. Tú mismo.

 

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