[LA OVEJA NEGRA] Lo que el chalet esconde |
Viernes 25 de Mayo de 2018 01:07 |
GERMÁN VALCÁRCEL | A servidor no le sorprende la deriva podemita. Se intuía desde sus orígenes, así lo deje escrito el 1 de junio de 2014, en un artículo de opinión intitulado De la chaqueta de pana a la coleta. Podemos fue fundado y colonizado por aquellos que lo único que buscan es un acta de concejal, procurador, senador o diputado y las prebendas y privilegios que ello conlleva. En esta época de capitalismo absoluto y neoliberalismo rampante, cuando este sistema caníbal ha derribado todas las fronteras externas, su gran apuesta es la colonización de nuestro mundo interior, su gran triunfo conseguirlo. El chalet y la hipoteca de Pablo Iglesias e Irene Montero –y la reacción de sus hooligans, cada vez más parecidos a los viejos militantes socialistas y comunistas– nos confirma que ya son muchos los mundos interiores y los intelectos que están colonizados, victoriosa y denodadamente, por el capitalismo, y que vivimos alejados de toda realidad que no sea nuestra autosatisfacción y bienestar mediante el consumo. El neoliberalismo se ha ido introduciendo en nuestra sociedad y en nuestras mentes de una manera muy sutil, hasta afianzarse como está a día de hoy; luchar política y socialmente contra él es muy complejo y pasa por la congruencia política y la dignidad personal. La congruencia política radica, no solo, en señalar la violencia estructural en la que vivimos –los desahucios y la pobreza que generamos, aquí y en otras partes del planeta, para defender nuestro opulento y privilegiado modo de vida, es violencia–, en poner nombres y apellidos a la corrupción que padecemos, en defender la vida y los recursos naturales, en luchar contra la explotación, el expolio y el despojo, en denunciar el machismo cultural, también hay que salir de nuestra cosmovisión colonialista, antropocéntrica y eurocéntrica, y no querer ser ricos, es el único modo de ser solidarios y justos con las personas y los pueblos expoliados y oprimidos, y asumir una posición de servicio, con todo lo que conlleva, si se quiere dedicar a lo público. Esa hipoteca, a treinta años, suscrita por Iglesias y Montero es la representación de lo que los que se declaran, nos declaramos, anticapitalistas combatimos, y el instrumento que ha servido para expoliar, someter y arruinar a millones de españoles. La lucha por escaparnos del capital no está, solo, confinada al lugar de trabajo, como la vieja izquierda productivistas-leninistas pretende hacernos creer. La lucha principal del capital es contra la autonomía del hacer. Donde buscamos aflojar las ataduras de la dominación capitalista, el capital busca reforzarlas; donde buscamos extender la insubordinación, el capital subordina. Resulta desesperanzador escuchar que la esclavitud por deudas es progresista. Ante semejante argumento no debería sorprendernos que el discurso izquierdista esté tan devaluado e impregnado de sentido común neoliberal. Es significativo que el “proyecto de vida” de Pablo Iglesias e Irene Montero sea la enésima tragedia –el suicidio político que nos infligimos cuando delegamos en otros– de los que soñaban que, mediante la democracia representativa, otra España era posible. Podemos ha tirado a la basura, a través de las figuras de Irene Montero y Pablo Iglesias, el capital político y emocional que secuestraron del 15M; con su actuación política y personal, ya no pueden representar, ni hablar en nombre de ese 27,3% al borde de la pobreza y exclusión social, ni de esos tres millones con privaciones materiales severas, ni de ese 40% de la población joven desempleada, ni de esos desahuciados que siguen sufriendo la violencia de los bancos y entidades financieras, y ni de esos millones de pensionistas que malviven con bastante menos de mil euros al mes, que fueron los que les creyeron y les auparon a donde ahora están. ¿Cómo se puede confiar, como representante de nuestros anhelos y luchas, en quien se ha hipotecado durante treinta años con la máxima representación del sistema que dice combatir? ¿Nadie se pregunta cómo es posible que ningún partido de la izquierda parlamentaria sea capaz de rentabilizar políticamente la demoledora sentencia que ayer, día 24 de mayo, convierte al partido neoliberal nacionalcatólico gobernante en una banda oficialmente criminal? ¿Algún ingenuo demócrata sigue creyendo –porque hay que ser creyente– que los resultados de las elecciones del 19 de diciembre 2015 no fueron manipulados? Una vez más, la España “vieja y tahúr, zaragatera y triste”, que tanto asqueaba a Antonio Machado, ha dado paso al inconsciente “suicidio lento” que con enorme tristeza delataba el autor de “La Historia de los heterodoxos españoles”, Menéndez Pelayo. ¿Todavía os preguntáis por qué este es un país sin derecho a la esperanza? |