[TRIBUNA] Sobre la ¿insostenibilidad? de las pensiones |
Viernes 25 de Mayo de 2018 15:30 |
MANUEL REY ÁLVAREZ | Se acepta desde hace ya demasiados años, con la mayor naturalidad del mundo, la especie de que el sistema público de pensiones es insostenible. De convencernos se han encargado (y siguen machaconamente insistiendo casi a diario) los principales medios de comunicación, incluidos algunos supuestamente de izquierdas. Cierto que el público tiene la sospecha de que esto podría ser solo una verdad a medias, sostenida por las grandes corporaciones y grupos financieros en aras de un mayor lustre de sus cuentas de resultados. Aún así aceptamos, por si acaso, que el sistema público está llamado a desaparecer, al menos tal y como lo hemos conocido hasta ahora y, quien más, quien menos, se pasa por el banco y se hace un plan de pensiones. El argumento fundamental, la piedra angular del discurso de los metemiedos, es el aumento de la esperanza de vida, argumento, por cierto, aceptado sin pestañear por güelfos y gibelinos, pero al que creo modestamente que se le pueden sacar algunos defectos de importancia no menor. El primero, por decir algo, ¿hasta cuándo va a seguir aumentando la esperanza de vida? Otra pregunta: ¿cuánto más podría aumentar? Otra más: ¿de verdad podría aumentar tan deprisa que haya que revisar el llamado factor de sostenibilidad cada 5 años como ha dispuesto el gobierno de Rajoy en su reforma de las pensiones? Hay algunos datos que nos pueden ayudar a dar una respuesta cabal a estas preguntas. Según la OCDE, en 2017 la esperanza de vida en España era de 83 años, mientras que en 2011 era de 82,3. Por otra parte, la curva de esperanza de vida, que en la primera mitad del siglo XX tenía una pronunciada pendiente, en lo que llevamos de siglo XXI es casi plana. Por tanto, los incrementos que cabe esperar en el futuro son ínfimos. Al hilo de esto, ¿qué nos autoriza a pensar que la esperanza de vida seguirá aumentando? No quiero ponerme apocalíptico pero si la población mundial sigue creciendo y los recursos energéticos en caída lo realista sería pensar que más pronto que tarde la esperanza de vida empezará a caer también. En cuanto a la solución que se propone desde la mayoritaria posición neoliberal, consistente en complementar la pensión pública con un plan de pensiones privado, le veo dos defectos: el primero que es la única y el segundo que no es una solución. Empezaré por el segundo. No es una solución porque, como está archidemostrado, los planes de pensiones están entre las inversiones menos rentables del mercado, puesto que la inmensa mayoría están sistemáticamente por debajo del IPC. Si a ello sumamos las abultadas comisiones de gestión que cargan las entidades financieras resultan no ya poco rentables, sino ruinosas. En cuanto al primero de los defectos que señalaba más arriba, ¿no resulta sospechoso que con tanto experto exprimiéndose las meninges no se encuentre más solución que una, que, como queda dicho, no soluciona nada? Dándose, además, la coincidencia de que es la más favorable a la marcha de sus negocios. ¿De verdad no apesta a estafa? A decir verdad, a la solución neoliberal le veo un defecto más, que es, a mi entender, el más grave de todos con diferencia. Y es que pone en manos del mercado la tranquilidad que se supone debiera tener garantizada una vejez precedida de toda una vida de trabajo. Y todos sabemos que pocas cosas hay tan alejadas de la tranquilidad como el mercado, no solo por sus constantes vaivenes, casi siempre inexplicables, como no sea por las locuras especulativas de financieros sin escrúpulos, sino porque ese mercado se puede llevar por delante la entidad en la que pusiste los ahorros y no volver a verlos. Y cuando estés confuso y desesperado tratando de entender por qué el universo se ensaña contigo, saldrá algún mal nacido en la tele explicándote que “esto es el mercado, amigo”. No quisiera terminar estas reflexiones sin señalar algún tipo de solución. La crítica es necesaria, pero si no presenta propuestas es destructiva y este que suscribe, fíjense qué cosas, tiene la ilusión de ser constructivo. Modestamente constructivo, por supuesto. Algunas se han señalado ya desde el ámbito sindical o desde los partidos de izquierda, como acabar con el trabajo precario y promover políticas de salario digno, como establecer cotizaciones para los robots o como financiar el déficit de la seguridad social vía presupuestos, cosa que ya se hace en otros países. Hay que reconocer que, al menos en esto la izquierda ha demostrado una creatividad muy superior a la derecha. Tampoco sería mala solución, se me ocurre, no gastarse el dinero de las pensiones en otras cosas que no sean pensiones, como ha hecho este gobierno. Y finalmente, si tuviera que suscribir un plan de pensiones para en el futuro complementar mi pensión, preferiría hacerlo con una entidad pública, por ejemplo la seguridad social, que no me cobra comisiones de gestión y a la que no tengo que financiarle la cuenta de resultados. No sé si se me entiende. |