[LA OVEJA NEGRA] Enredadera Imprimir
Jueves 02 de Agosto de 2018 22:04

GERMÁN VALCÁRCEL | No hay que ser muy inteligente, ni haber ido a la universidad, para saber que tras las bambalinas de nuestro muy democrático Estado de Derecho se desarrolla un infraestado clandestino en la más completa ilegalidad. Un entramado que tiene sus propios códigos y reglas de juego.

El sumario de ocho mil folios –elaborado en un juzgado de Cataluña, no lo olvidemos– que desvela la trama de corrupción conocida como Enredadera y sitúa al empresario berciano José Luis Ulibarri al frente de una confabulación para delinquir, no es más que un pequeño inventario de la forma de actuar de la clase política y empresarial de esta comunidad autónoma y un retrato certero y descorazonador de las miserias de la sociedad castellano leonesa.

Llevo años observando las cloacas políticas de Ponferrada, ciudad de origen del ciudadano Ulibarri, donde se inició en el mundo de los “negocios” y donde conserva, todavía, múltiples e importantes intereses, además de muchos “socios, empleados y amigos”. Esas alcantarillas sombrías, cenagosas y malolientes plagadas de ratas, cocodrilos y criaturas aún peores, donde se mueven los entresijos políticos, económicos y sociales de nuestra sociedad, se encuentran en las instituciones, en las sedes de la mayoría de los partidos políticos y de los sindicatos, en los despachos de nuestros más insignes empresarios y profesionales liberales, y en el silencio –comprado con subvenciones, premios y prestigio social– de las élites culturales e intelectuales; por eso, si les dijera que algo de lo que dicho auto ha sacado a la luz me sorprende, les mentiría.

No me sorprende porque personalmente he tenido la oportunidad de escuchar, en conversaciones privadas, a algunos miembros de la castuza política y empresarial local contar “anécdotas” –eran tiempos donde estos personajes se sentían tan seguros que su chulería y prepotencia se saltaba toda prudencia–, sobre cómo se hacían, se hacen todavía, negocios, o se compran políticos, sindicalistas o funcionarios por estas tierras. Pero eso que se habla en privado no lo contarán ante un juez, al menos motu proprio, con lo cual solo me queda esta columna de opinión como forma de expresar, de compartir, mi impotencia, mi frustración, mi angustia, mi dolor.

Tampoco sorprende, a casi nadie, los nombres asociados a la trama, ni el cariz de las conversaciones que mantenían los personajes implicados en esas conversaciones, desde Silvan a Raúl Valcárce –el de la Coronela ¿recuerdan?–, pasando por Suarez-Quiñones y llegando a la muy socialista alcaldesa de San Andrés de Rabanedo, María Eugenia Gancedo, discípula aventajada del poderoso y ya desaparecido alcalde socialista de Camponaraya, Antonio Canedo.

Tal vez, aprovechando el momento procesal, ha llegado la hora de que don Carlos López Riesco, don Samuel Folgueral y doña Gloria Merayo hagan públicas las conversaciones con el detenido cuando hablaban del TUP y por qué dicha concesión lleva más de un quinquenio en la alegalidad. Folgueral tal vez no tarde en hacerlo en sede judicial.

Muchos de los actores principales de las tramas de corrupción de Ponferrada y del Bierzo se van a ir de rositas

El empresario berciano detenido solo es la cara y el nombre que nos permite elaborar un minucioso balance de toda la mierda que se encuentra bajo la alfombra de la elegancia política y de la corrección social. Si hacemos ese inventario, veremos que la enredadera lo cubre todo. Seguramente podremos ver manipulaciones informativas acompañadas de amenazas o exilios sociales interiores para todos aquellos que quieren poner algún rayo de verdad sobre tanta oscuridad y silencio. Nos explicaremos el motivo de la perpetuación en instituciones y partidos políticos de ciertos personajes. Incluso nos daremos cuenta de que el clasismo más feroz es explicito e implícito en nuestra pueblerina sociedad. Constataremos que muchas decisiones administrativas, incluso judiciales, son totalmente arbitrarias y las leyes están pensadas, y los reglamentos desarrollados, para hacer “negocios” o para disciplinar a los más débiles. Podríamos decir, en resumen, que las instituciones y sus altos funcionarios no son más que meros instrumentos o incluso “abogados defensores” al servicio de los políticos y empresarios corruptos. Si quieren un buen ejemplo, por ser muy reciente y cercano, de cómo actúan y que intereses defienden, realmente, esos altos funcionarios, lo encontrarán si leen el punto dos del acta de la sesión extraordinaria de la Junta de Gobierno del Ayuntamiento Ponferrada de fecha 22 de junio de 2018.

Sin la menor duda hay algo doloroso en lo que está ocurriendo. La detención de José Luis Ulibarri llega demasiado tarde, ya nadie podrá resarcir a los perjudicados con la quiebra de sus empresas, mientras él seguía acumulando dinero y poder, ya no podremos escuchar, en sede judicial, qué ocurrió con aquellos terrenos de la MSP que hoy en día son el barrio de la Rosaleda y aledaños, ni conocer, aunque lo imaginemos, como fue posible que la Junta de Castilla y León aprobara el vigente PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) o como se han adjudicado, durante los últimos veinticinco años, desde las obras publicas a los contratos de agua, basuras, jardines, servicios sociales, el TUP y así hasta donde ustedes quieran rebuscar.

Muchos de los actores principales de las tramas de corrupción de Ponferrada y del Bierzo se van a ir de rositas, aunque es sobradamente conocido quienes son y cómo se han enriquecido de forma fraudulenta o han encontrado acomodo en las densas y extensas redes clientelares. Tendremos que esperar a que el Ciudadano Álvarez escriba sus memorias para conocer la verdadera historia de Ponferrada durante los últimos veinticinco años.

Ese auto solo es el contra relato judicial de lo que ya se sabía, de lo que todos sabíamos. Los medios de comunicación propiedad del detenido se han encargado de que conociéramos y fuéramos conscientes de su poder, de su impunidad y de las complicidades en las que se sustentaba. Algunos se indignarán, pocos, la mayoría, demasiados, pasarán página ya que no quieren afrontar las dificultades y peligros que supone enfrentar la verdad, y los panglosianos, siempre proclives a justificar los peores actos en nombre de ideales superiores y cósmicas ideologías intentarán imponer, una vez más, ese sórdido telón de acero de silencios densos, que cae siempre como una losa impenetrable sobre todos aquellos que pretende hablar de la miseria ética y moral en la que vive esta petrificada y provinciana sociedad donde la estulticia y la banalidad, no hay más que ver las reacciones en las redes sociales, es una de sus señas de identidad.

Nos lo anticipó la filósofa judía anti sionista Hannah Arendt, en su obra Los Orígenes del Totalitarismo: "la banalidad del mal es una de las condiciones imprescindibles de la radicalidad del mal".

 

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