EL OBSERVADOR PARCIAL | Semana de pelillos a la mar. Estamos en fiestas y hay que obviar provisionalmente los temas de enjundia.

Que estamos sin presupuesto desde 2016, pelillos a la mar; que si el centro de Ponferrada es un erial, lleno de negocios cerrados, pelillos a la mar; que somos el hazmerreir de Castilla y León, pelillos a la mar; que si una tupida enredadera está recubriendo la fachada de nuestro Ayuntamiento, pelillos a la mar. Son días de acción de gracias, de imposición de la corbata de Nuestra Señora de la Encina, de novenas, misas y procesiones. Que fijen bien las puntas porque si baja el del madero, se lía a hostias y se queda solo. ¡Qué tropa!

La estrategia de la normalización de la inmundicia se extiende por el mapa provincial. Nos llaman gilipollas a la cara una y otra vez y mostramos la otra mejilla. El descrédito de la clase política es mínimo para la magnitud del maltrato y el insulto al que someten nuestros prebostes a la ciudadanía. Si se escruta la plantilla municipal, pocos son lo que no tienen padre, madre y hasta padrino; si se fiscalizan las empresas concesionarias parecen una agencia de colocación de los munícipes regentes de turno, si se analizan la vida laboral de los responsables de algunas pedanías del municipio (pocas por suerte, pero importantes) se entiende la facilidad que tienen algunos para lograr héroes que quieran trabajar por su pueblo ¿altruistamente?, la labor de los altos funcionarios municipales de protección de la legalidad y del interés público no acaba de tener éxito, la prensa tiene una dependencia excesiva de la publicidad institucional e, incluso, una parte de la misma ejerce su poder para intentar obtener contratos públicos, en el palco de la Deportiva y en otros foros frecuentados por las élites se generan complicidades que dificultan la labor fiscalizadora de algunos; éstos y algunos otros son los males que forman parte de la pretendida "normalidad" de nuestra ciudad.

Fíjense cómo funciona la cosa: nos dice el hostelero de referencia que los empresarios reiteradamente aludidos en esas conversaciones intervenidas, prestatarios extracontractualmente del servicio de transporte público de nuestra ciudad, han anunciado a la plantilla serias dificultades económicas que impedirán hacer frente al pago de las nóminas. Ponen en marcha su ejército de peones para hacerles el trabajo. Ya han llamado a la puerta del Consistorio y éste, una vez más, barruntamos que se bajará los pantalones y soltará la guita para evitar un conflicto laboral. Así son las cosas. Se ha mencionado la palabra municipalización, algo prohibido por algunos códigos empresariales, y surgen los problemas.

Por otra parte, nos trasladan que han desaparecido las prisas de doña Gloria para buscar el consenso en las obras a realizar con los remanentes. Anunció que llamaría a negociar a los portavoces municipales esta misma semana pero nos dice nuestro amigo que se ve que con tanta inauguración, con tanta foto aquí y allá se le ha debido pasar citarlos, al menos a algunos de ellos. Eso o se han reunido en un sitio en el que no los vea nadie, de esos que a ella le gusta frecuentar para tratar con empresarios ejemplares.

Y ya para terminar: el bueno de Tarsicio nos recuerda que el empresario que ha creado puestos de trabajo en el Bierzo con su empresa de agua mineral le hace mucho daño a nuestra Comarca porque su agua se llama Agua Montañas de León. Y que eso justifica que arroje la botella al suelo con violencia en cada Pleno, y que, cuando una funcionaria municipal, con toda la buena fe, la vuelve a colocar en su sitio inicial la lance de nuevo redoblando la violencia del lanzamiento. De esto a expulsar para Sahagún a brillantes bercianos de adopción hay sólo un paso. Nos dicen que alguien le debería recordar lo que dijo un allegado suyo en la presentación de su libro.