[LA OVEJA NEGRA] Déjà vu Imprimir
Viernes 16 de Noviembre de 2018 10:07

GERMÁN VALCÁRCEL | Muchos de nosotros conocemos esa sensación de haber estado en un lugar o haber visto algo igual. De hecho, la traducción literal del francés "déjà vu" es "ya visto".

Esa es la sensación que ofrece la iniciativa que, lanzada por afiliados de algunas organizaciones políticas y algún independiente, bajo el pomposo rotulo de Municipalistas por el Cambio, pretende aglutinar, de cara a las próximas elecciones municipales, todo lo que se mueve a la izquierda del PSOE.

Esas gentes parecen no entender que es la política, tal como se practica, y parece pretenden seguir practicando, lo que impide que lo social cristalice en una sociedad plena. Mientras el objetivo de unirse sea conseguir representación en las instituciones poco o nada avanzaremos, por esta razón resulta tan imperiosa la necesidad de ir más allá de fórmulas estereotipadas y casi sin sentido.

La declaración de principios con la que se han presentado en sociedad es poco más que un absurdo cliché del caduco y cegato relato socialdemócrata dominante en la izquierda. El decálogo en el que está estructurado es cortoplacista, solo refleja, de forma parcial y trivialmente, las inquietudes de los hombres y mujeres corrientes, utilizan los medios de comunicación de masas para influenciar y manipular sus intereses, ¿por qué no hicieron pública y abierta, antes de reunirse, la convocatoria a todos los personas?

Son los viejos métodos conspirativos de la izquierda autoritaria, es el viejo discurso de la izquierda institucional repleto de supuesto buenismo y lugares comunes, el de una izquierda que sigue viviendo en los mundos de Yupi, mientras muchos de sus antiguos votantes, desencantados con sus falacias, terminaran en los brazos de los neofascistas de Vox o Cs, como algunos intuíamos y dejamos escrito hace ya más de cuatro años, en una columna, publicada en este mismo medio, intitulada De la chaqueta de pana a la coleta y que sirvió para que alguno de ellos con muchas ganas y posibilidades, entonces, de llegar a ser eurodiputado, me tildara de "Gabilondo de aldea".

La gente ha dejado de creer en los cajones de sastre vacíos de contenido y absolutamente inútiles que solo sirven para que los oportunistas de siempre consigan algún sillón institucional, más o menos remunerado. ¿Tan pronto han olvidado lo ocurrido, en lo que convirtieron algunos de ellos, por acción u omisión, a PeC (Ponferrada en Comun) o Podemos? Tal vez es que nos toman por desmemoriados, en el mejor de los casos, o por imbéciles.

La gente ha dejado de creer en los cajones de sastre vacíos de contenido y absolutamente inútiles

Estos  "municipalistas" de última hora –¿dónde han estado los últimos cuatro años?– son, quieran o no, la representación de esa excrecencia política en la que ha quedado convertida, por estas tierras, ese paupérrimo tingladillo que se mueve a la izquierda del PSOE, resultado de casi tres décadas de "tankismo", esa forma de concebir y ejercer la militancia y la acción política que ha implementado, en ese sector de la izquierda, el Consejero Fernández alias Tanke, actual portavoz de PeC en el ayuntamiento ponferradino y, según cuentan, próximo aspirante a procurador en Valladolid. El "tankismo" consiste en carecer de cualquier escrúpulo a la hora de utilizar la mentira, la manipulación, la maledicencia, la deslealtad y el engaño como método de ejercer la militancia y la acción política, con el exclusivo objetivo de lograr una "mamandurria", a poder ser remunerada, como miembro de cualquier institución .

Por eso me temo que es la izquierda de siempre, repleta de dogmatismos, incapaz de articular ningún cambio, la que se aferra a las viejas y caducas soluciones del pasado. Una izquierda acostumbrada a zanjar las discusiones con una frase o una consigna, a recrearse en su propia voz; suelen ser gentes que dicen saber bien lo que necesitan los que aspiran a representar, lo conocen porque han oído hablar a otros que aparentan conocer bien nuestras necesidades en reuniones donde todos ellos se juntan periódicamente y hacen declaraciones programáticas, sin tener básicamente una idea contrastada con datos y con hechos de lo que están hablando. Por supuesto carecen de oídos u ojos para los escasos movimientos críticos de la comarca, para los que ofrecen un enfoque alternativo al discurso dominante; consideran opiniones intempestivas y poco mesuradas hablar de crisis energética y fin de la energía barata, limites ecológicos, agotamiento y lucha por los recursos, decrecimiento, descentralización, autogobierno y curiosamente casi todos o todos ellos son hombres.

Resulta llamativo escuchar a una izquierda que siempre ha defendido la jerarquía hablar de municipalismo, una izquierda  que se pone de perfil cuando se habla del derecho de autodeterminación de los pueblos, que tiende a eliminar al disidente de la vida política, que utiliza los movimientos sociales como plataformas clientelares, que antepone el productivismo industrial al ecologismo y continua hablando de crecimiento como modelo económico, que se niega a aceptar que ya nunca más podremos votar a líderes que satisfagan nuestras necesidades, menos aún nuestras aspiraciones personales, que sigue defendiendo el Estado como forma de organización social, aunque en un futuro muy cercano no habrá ningún Estado de Derecho que garantice nuestros derechos y nuestras libertades, al contrario serán esos estados los que los pisoteen, como ya empieza a ocurrir. No nos engañemos: es la misma vieja izquierda de siempre, la que pretende organizar a la gente con la exclusiva función de elegir representantes, no para la búsqueda de espacios descentralizados de democracia directa, espacios que creen resiliencias y solidaridades para el futuro que nos espera, una izquierda incapaz de frenar el deterioro y la decadencia de la vida comunitaria y de la participación ciudadana.

Esas plataformas, lejos de encarnar los deseos de las personas que pretenden representar, terminan convertidas en meros instrumentos de quienes buscan, exclusivamente, su designación para obtener un puesto más elevado; la naturaleza manipuladora de este modelo ha quedado meridianamente clara con lo ocurrido con PeC y con Podemos, esos son los resultados que ofrece ese modelo organizativo que siempre reaparece en vísperas electorales.

Ya lo decía un viejo proverbio chino: "Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar".

 

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