[TRIBUNA] 9 años de inhabilitación: la trama de una película de ficción trepidante Imprimir
Lunes 24 de Diciembre de 2018 16:06

GONZALO GARCÍA | Estamos en el año 2015. Un Interventor titular de un Ayuntamiento, en definitiva un trabajador, viene de estar ingresado en la Unidad de siquiatría de un Hospital por orden judicial y diagnosticado de una enfermedad mental grave. Fue ingresado en el centro hospitalario tras ser detenido por la Guardia Civil por agredir al alcalde del Ayuntamiento en el que trabaja.

En el mes de octubre, estando de baja, participa en un concurso de traslados para dejar su plaza actual y marcharse de interventor a otro Ayuntamiento. Repite una y otra vez que quiere marcharse de ese ayuntamiento y que no quiere volver más.

En el mes de diciembre sale la resulta de ese concurso de traslados y el interventor ya sabe que ha obtenido plaza en otro Ayuntamiento. ¡Ahora sí que puede llegar la Venganza por la detención y el internamiento!

En este mismo mes de diciembre de 2015, la Mutua lo cita para hacer un seguimiento de su baja médica. El interventor no acude. La Mutua lo vuelve a citar nuevamente, y el Interventor tampoco acude. Recordar que la baja de este trabajador es por motivos de una enfermedad  mental, y que las citas de la Mutua son obligatorias. Por lo menos eso es lo que hacen los trabajadores normales. Pero claro, su plaza ya está en otro ayuntamiento. ¡Que más la da a él!

El día 11 de enero de 2016, el Interventor solicita el alta al médico de cabecera, y personalmente y muy nervioso, acude a las oficinas municipales a entregar ese parte de alta. Habitualmente todos los partes relacionados con su baja médica los había enviado por Fax, al residir fuera de la localidad en la que trabaja. Hay que recordar que el alta de trabajador es efectiva al día siguiente. ¿Cuál es el motivo de ese nerviosismo y de presentarse un día antes en las oficinas municipales?.

Las alarmas saltan en el Ayuntamiento ya que este trabajador se ha saltado los dos reconocimientos médicos, por lo que consideran que no está garantizada la salud mental, ya que hay un dictamen de la Mutua que dice que no es apto para trabajar.

Los trabajadores y trabajadoras de las oficinas municipales del Ayuntamiento, los concejales y concejalas del Equipo de Gobierno se ponen nerviosos al no estar garantizada su salud mental, porque temen que se repita el mismo escenario tras la posesión del Nuevo Equipo de Gobierno: menosprecios, insultos, vejaciones y agresión, y que por la calle han escuchado que la intención de este trabajador, en connivencia con la oposición, es reincorporarse para que se cese a la Interventora interina y así paralizar el Ayuntamiento en las pocas semanas que le quedan para reincorporarse a su nuevo destino en otro Ayuntamiento.

El alcalde, con el apoyo de todos los concejales del Equipo de Gobierno, solicita a la Administración Regional medidas cautelares para impedir la reincorporación de este trabajador que podrían emanar del expediente sancionador que la Administración Regional había abierto al Interventor por agredir al alcalde. ¡También cuenta con el amparo de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales! Los riesgos se detectan y se prevén. Además le dice al Interventor que pase un reconocimiento médico. (¡Ya se había negado a ello dos veces!). El miedo en las oficinas municipales es tremendo.

Este escrito se le comunica al Interventor. Hay que recordar que se trata de un Funcionario de Carrera, y que el Estatuto del Funcionario Público dice que su obligación es la de reincorporarse a su puesto de trabajo tras una baja médica sin pedir permiso a nadie. Esto se le debió olvidar a conciencia, ¿o es que tenía otros motivos?

El día 12, el Interventor, todo un Funcionario de Carrera, llega al Ayuntamiento y le pregunta al Secretario Municipal si puede reincorporarse a su puesto de trabajo. (Algo inusual, ¿no conoce su obligación?, algo suena raro). El Secretario le enseña el escrito del Alcalde, y el Interventor se va de las oficinas municipales sin que nadie le impida ir a su oficina y reincorporase a su puesto de trabajo, y sin que nadie le eche del centro de trabajo por la fuerza.

Ese mismo día, sobre las doce de la mañana, el Interventor regresa a las oficinas municipales con un Notario, y de nuevo se encuentran con el Secretario Municipal, que les vuelve a mostrar el escrito del Alcalde. El notario levanta acta, están media hora y se marchan.

El interventor ya era conocedor de ese escrito. Con picardía habla con el Secretario, no con el Alcalde. "¡Uh!, soy un Funcionario de Carrera, y otro Funcionario de Carrera, mientras se sonríe,  me enseña un documento,  en el que dice que hasta que no se resuelva una petición no puedo reincorporarme a mi puesto de trabajo. Eso no es así, pero, claro, es que voy a generar un problema y le hago caso. Ni siquiera me voy a ir directamente a mi oficina, no tentemos a la suerte, no sea que se estropee todo el plan. Porque este Funcionario de Carrera no me va a impedir acceder a mi puesto de trabajo. Es que sabe lo mismo que yo. Mejor me voy con el acta del notario".

De nuevo, nadie impide al Interventor reincorporarse a su puesto de trabajo, y nadie le echa del Centro de Trabajo. Se trata de una operación política básica de manual para generar un problema. En vez de pasar un reconocimiento médico para despejar las dudas médicas, las dudas sobre su estado mental, ¡qué más da, si mi plaza ya está en otro Ayuntamiento! Mejor me voy con un Notario y en media hora genero un problema.

Después de esto, al Interventor, Funcionario de Carrera, no se le ve el pelo por el Centro de Trabajo hasta mediados del mes de marzo, en dos meses. Bueno, fue un día por las oficinas municipales a recoger de su despacho sus cosas porque ya sabía que su plaza ya estaba en otro Ayuntamiento. Ese día nadie le impidió la entrada ni su permanencia en las oficinas municipales. Como trabajador que es, se le debió olvidar que la obligación de todo trabajador es acudir a su centro de trabajo en el horario establecido.
Seguimos con el argumento. El día 13 de enero llegan a la Administración Regional dos escritos al mismo tiempo. Uno del portavoz de la oposición y otro del Interventor titular. ¡Es una gran coincidencia!

Desde ese momento, la Administración Regional centra sus miradas en el Ayuntamiento implicado. Como si solamente existiera este. Y sorpresa: cuando llegan los escritos de esta Administración Regional concienzuda, y una famosa Orden, el trabajador, el Interventor, no está en el centro de Trabajo. ¡No se sabe dónde está! Ni el día 12 permaneció en las Oficinas Municipales a la esperar la respuesta de la Administración Regional. ¡Es que tenía una ganas tremendas de reincorporarse a su puesto de trabajo cuando ya sabía que se iba a otro! Sólo faltaba la publicación en el boletín.

Además de manera rara y extraña, la Administración Regional, azuzada desde la oposición del Ayuntamiento, insiste en que hay que reincorporar su puesto a un trabajador declarado no apto por la Mutua. ¡Menos mal que no se trata de un conductor escolar de autobuses!

El Interventor ya ha hecho su trabajo. Generar un problema.

Vuelve, raudo y veloz, a aparecer por las oficinas municipales cuando sale publicada su plaza para otro Ayuntamiento, con el objetivo de firmar su cese como Interventor Titular. En ese escrito dice que hasta esa fecha ha sido Interventor Titular de ese Ayuntamiento. Es decir, que nadie lo cesó ni le perjudicó. Además, todas sus prestaciones económicas, las del día 12, y las de los dos meses que no apareció por el Centro de trabajo, fueron retribuidas por el Ayuntamiento. ¡Vaya Negocio!.

¡Ni en el tema económico, ni en el tema laboral, el famoso escrito del alcalde le causa un daño irreparable!.

Después de todo esto, el Interventor presenta una denuncia contra el Acalde por via penal, basándose en ese escrito del alcalde y en el acta notarial tras estar media hora en el Centro de Trabajo.

Y un espectacular final, un tribunal condena al alcalde a 9 años de inhabilitación.

¡No te la pierdas!, es una película realmente alucinante por la actuación destacada de un Interventor por encima de un trabajador normal, de una Administración Regional que se volcó, de un fiscal que retuerce la trama hasta convertirla en un delito de grandes dimensiones, y de un Tribunal con una sentencia insólita.

Rápidamente se está trabajando en la segunda parte.

* Gonzalo García es periodista.

 

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