MANUEL ÁNGEL MORALES ESCUDERO | De entre la numerosa literatura sobre el período del Tercer Reich, el documentado y profundo estudio de William S. Shirer, Auge y caída del Tercer Reich, destaca sobre todas las demás.

Y lo hace con mérito porque a la profundidad histórica de la obra le acompaña  una forma de contar, una técnica que es en muchos casos literaria. Como periodista vio con sus propios ojos el ascenso del nazismo. Fue un testigo atento de una etapa que ha quedado como una de las más nefastas para la humanidad. De los muchos aspectos que contiene la obra hay uno que me interesa especialmente por profesión, y es el de la educación. Shirer nos recuerda cómo Hitler había prestado una especial dedicación a la educación –como muchas otras dictaduras y dictadores– , pues conocía la fuerza de ésta para conformar a la sociedad. En las páginas del Mein Kampf se observa el desprecio de Hitler por “los profesores” y, sobre todo, por la forma de enseñar transmitiendo conocimientos pues para Hitler la escuela debe formar lo que él llama “personas saludables”:

“Toda la educación de un estado nacional  debe tender primariamente no al almacenamiento de meros datos científicos, sino a la formación de personas que sean físicamente saludables en lo esencial”.

Tanto en este capítulo como en el resto, y a la manera de una novela, el talento de Shirer nos va describiendo el paso de una sociedad democrática y culta a otra nazificada y terrible, un fenómeno que ha llamado la atención y que Kurt Lewin explicó en sus famosos experimentos. La forma en cómo describe el proceso es tan interesante como una novela. Sigue Shirer así el camino de Gibbon en su fabulosa obra Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano. A pesar de ser una obra histórica, sabe mantener la tensión con precisas descripciones como si fuera una novela. La lectura de Shirer es apasionante.

La obra abarca desde el nacimiento del partido nazi y el advenimiento del Führer hasta su caída. Analiza la República de Weimar y el “Putsch” de la cervecería y se detiene con profusión para estudiar lo que llama “las raíces del Tercer Reich”. En este punto destaca el autor norteamericano el libro que Hitler escribiera en la cárcel tras el “Putsch”: Mein Kampf. Lo curioso es que todo el plan diabólico que luego llevaría a la práctica está contenido en el Mein Kampf. Shirer reflexiona con lo que parece evidente:

“Si lo hubiesen leído antes de 1933 más alemanes no nazis y si los estadistas extranjeros de todo el mundo hubiesen repasado cuidadosamente aquella obra mientras se estaba todavía a tiempo, tanto Alemania como el mundo podrían haber evitado la catástrofe. Porque por muchas acusaciones que se puedan hacer contra Adolf Hitler , lo cierto es que nadie  puede acusarlo de no haber expuesto por escrito con toda exactitud la clase de Alemania que él pretendía hacer, si llegaba alguna vez al poder, y la clase de mundo  que quería crear mediante la conquista armada alemana”.

Viene ahora a mi mente a colación el desprecio que algunas personas  tienen por las ideas y autores que  consideran que no deben leerse, con un prurito de pureza y orgullo desmedido que raya en la imprudencia. Porque es necesario leerlo todo, estar atento y vigilante a las ideas, escritos y autores de cualquier clase. Porque hay ideas que nos avisan de que el horror está ahí, agazapado. Si no se les presta la debida atención, cuando se le quiera poner remedio será tarde. Los tonos de violencia de algunos auguran días de violencia. Eso nos lo recuerda Shirer con gran talento.

Otro gran capítulo es el llamado Camino de Munich. La figura de Chamberlain , el apaciguador, queda retratada en toda su crudeza. Su melifluo papel, su amedrentado liderazgo hace posible la claudicación de Munich de septiembre de 1938. Es el “No a la guerra” de entonces... Shirer fue testigo directo de esa claudicación:

“A medida que el día avanzaba, la mayoría de los periodistas que se encontraban, como yo, en contacto con las delegaciones británica y francesa, adquirieron la certidumbre de que Chamberlain había llegado a Munich absolutamente decidido a que nadie –por supuesto, ni los checos ni los franceses–  le impidiera a llegar a un rápido acuerdo con Hitler”.

La obra es de lo más interesante que se puede leer. Tras analizar punto por punto el auge, llega la Caída de la que destaca el capítulo sexto que titula El crepúsculo de los dioses. Como en la película El hundimiento, Shirer relata fielmente lo que fue la teatral caída del Tercer Reich y la locura final que se vivió tanto en el búnker como en toda la ciudad de Berlín. Una exhaustiva bibliografía completa esta obra imprescindible tanto para el estudioso como para el aficionado a la Historia y, en general, a los relatos bien contados.

La obra fue muy correctamente editada en España por editorial Planeta en dos tomos en el año 2010 y es, sin duda, una de las obras definitivas para entender este tremendo capítulo de la Historia de la humanidad. Supone una lectura obligatoria para quien quiera entender el proceso de conformación de una dictadura totalitaria desde una sociedad moderna y democrática. Muchas veces creemos que estos tristes capítulos no se podrían repetir, nos parece imposible; pero eso mismo pensaría un ciudadano alemán en el año 1920 si se lo hubieran preguntado: que era imposible que en aquella democracia de los cabarés nocturnos y del Twist, en aquella ciudad alegre y vitalista que era el Berlín de los años 20, pudiera crecer y engordar el monstruo que asolaría Europa.