GERMÁN VALCÁRCEL | En el Bierzo, posiblemente en todo el país, la política se ha quedado sin lenguaje, sin pensamiento, consecuencia de la colonización que ha sufrido por parte de gentes mediocres que son responsables y fiel reflejo de la miseria cultural y política en que hemos terminado viviendo. Cuando les escuchamos gorgotear sus mensajes nacidos de las cloacas de la ética y la cultura provocan la náusea y la tristeza.

Norberto Bilbeny, catedrático de Ética en la Universidad de Barcelona, enunció la expresión "idiota moral" para calificar a aquellos individuos que, teniendo un grado más o menos óptimo de desarrollo de su inteligencia, son, sin embargo, incapaces de comprender las implicaciones éticas de sus acciones y de sus decisiones. Si se observa la manera de actuar, políticamente, de la mayoría de los personajes que dominan la escena política local, sin distinción de siglas, dan la sensación que entre los mandamientos no escritos, para poder ser miembro de dicha cofradía es precisamente poseer dicha incompetencia ética uno de ellos.

Durante los últimos veinticinco años el Bierzo, Ponferrada y sus habitantes se han entregado a estos personajes y todo indica que van a seguir haciéndolo. Como no se quiere luchar contra el lado oscuro: la destrucción del territorio, el extractivismo, los caciques, la corrupción, el clientelismo y la especulación, mejor componer el gesto y adornarse. La comarca y su capital seguirán entregadas al fantaseo, a mentirse.

En los primeros años de este siglo, tiempos de consumo desaforado, de los castillos en el aire, del vistoso ismaelismo, riesquismo y samuelismo de colorines, de incompetentes dirigentes políticos de verborrea vulgar, cerebro repleto de aire y mano ligera para “repartir” el dinero público, cuestionar el AVE en una envejecida comarca de menos de ciento cuarenta mil habitantes, entonces, actualmente poco mas de ciento veinte mil y mucho mas envejecida, objetar la idoneidad de instalar una universidad en una tierra escasa de jóvenes, impugnar la construcción de una piscina cubierta en un municipio de poco más de mil habitantes, refutar la edificación de un centro de artes escénicas en otro de menos de cuatro mil –mientras el maravilloso teatro de Villafranca se pudre de aburrimiento y falta de uso–, te valía la etiqueta de retrógrado que se oponía al progreso de su tierra, de “fumao” carente de criterio, de ecologista de mierda que va en contra de los tiempos, cuando no de cómplice del cazurro expoliador, del vallisoletano centralista o del madrileño esquilmador y prepotente.

Durante los años de apariencia, de los Planes Generales de Urbanismo con la zonas deportivas en el Morredero, esa estación de montaña sin nieve, de las rotondas millonarias, del laminado plástico, del hormigón impreso, de los rosales y rosaledas, de los auditorios, en esos años de simulacro de desarrollo y modernidad, de desprecio de lo cercano y lo pequeño, expresar la opinión de que el Bierzo caminaba hacia el desastre significaba ser tachado de cenizo, indocumentado, terrorista dialéctico, resentido y demás calificativos intolerantes que ustedes puedan imaginar en una sociedad obtusa y provinciana en la que es mejor callar que significarse contra la opinión mayoritaria o de los poderosos.

El remodelado “Exincastillo” templario nos dotó de un falso pasado mágico y nos permitió esconder el auténtico de agricultores y pastores pobres; la fábula de la Vizcaya del noroeste sirvió para emboscar un empresariado depredador y mafioso; las rotondas con cutres conjuntos escultóricos, el laminado plástico, el cemento prensado de algunas calles, el barrio de la Rosaleda y la esperpéntica torre que lo cierra, un inoperante y mediocre campus universitario certificaron nuestra entrada en la modernidad. Todos esos mitos convenientemente alentados desde las instituciones, la casta política local, los empresarios y rentistas, la escasa y funcionarial burguesía a su servicio, y la mediocre, ególatra, acrítica y pueblerina intelectualidad local, crearon el falso decorado de cartón piedra tras el cual las élites políticas y empresariales emprendieron uno de los mayores pillajes llevados a cabo en nuestro país. El resultado, una comarca sin futuro, envejecida, repleta de desempleados y de muertos vivientes, a pesar de los miles de millones de euros destinados a esta tierra.

No va a resultar sencillo desandar ese camino, a pesar de los frutos obtenidos. La fantasía es una adicción. Mala cosa, porque, con facilidad, acaba en esperpento. Y si hay algo que no se debe perder, es el sentido del ridículo. Un primer paso en la terapia consistiría en mirarse al espejo sin hacernos trampas, sin afeites. Ya no queda ni el consuelo del carbón. Hemos hecho demasiadas trampas, ni nosotros ni nuestra mafiosa clase empresarial, ni nuestros corruptos representantes políticos y sindicales son creíbles.

Con este desolador panorama, encoleriza, todavía más, todo lo que está ocurriendo y que todavía haya gente que sostenga que servidor va por la vida de derrotistas, que solo hago que criticar y no ofrezco alternativas, derrotistas aquellos que, cegatos o necios, pensaban, piensan, vivían en el mejor de los mundos, pues bien, en este momento que muchos sienten desconsuelo y pena por “como están dejando nuestro querido Bierzo”, servidor solo puede decir que siente rabia y asco, y siendo consciente de que esta no es una tierra de inocentes, ofrecerse, si ustedes quieren y lo tiene a bien, para que cuenten conmigo para firmar querellas contra chorizos y trincones (no sería la primera), sean politicos o funcionarios, exigir auditorias sobre los fondos públicos esquilmados, denunciar la hipocresía de tanto clasemediano cómplice y cobista de los esquilmadores y poderosos, también para defender sin timidez el valor de lo común y lo público, pagar los impuestos que me toque, recuperar concesiones privatizadas, expulsar de la administración a todos esos cargos de libre designación: hermanos, familiares, compañeros de partido o jefes de prensa que nuestros cargos electos llevan adosados a la chepa en el momento de llegar al poder; también cuenten conmigo para reducir el sueldo a alcaldes y concejales, y exigirles que se limiten a cobrar un diez por ciento más de lo declarado en la declaración de la renta del año anterior a su “dedicación exclusiva”; cuenten, también conmigo para, entre todos, poder comprender que está ocurriendo y qué medidas adoptamos entre todos. Mientras, sigan votando, sigan callando por militancia, clientelismo o complicidad, defendiendo acalorada y acríticamente a los suyos y el último que cierre la puerta.