PEDRO BLANCO | Se necesitaba la victoria ante los gallegos y se logró por méritos propios, porque aunque en la primera mitad se volvieron a producir más errores que aciertos, luego se le echaron unas gotas de entusiasmo y algo más de fútbol, lo que dio un resultado que necesitaban afición y el propio equipo.

No es que el partido fuera un dechado de virtudes por un lado y otro. En los primeros 45 minutos el Pontevedra hizo su fútbol. Con cierta comodidad porque no había mucha intensidad en los locales y aupados en una mejor condición física se imponían atrás y en medio campo, pero arriba eran tan inocentes como los nuestros, que volvían a desesperar con los gorrazos acostumbrados. Miren si estamos ya hechos a este tipo de fútbol en cuando en la segunda parte llegaron a combinar un par de veces los de Bolo, hasta nos quedamos asombrados, quizás por la falta de costumbre. Y es que lo pueden y saben hacer, pero no sé si por los nervios o por la presión que se le supone tiene el equipo de llegar a los primeros puestos, muchas veces pecan de imprecisiones que no son normales en jugadores del nivel que se presume en esta plantilla. Esos pases a dos metros que o se hacen cortos o muy largos. Solo hay que ver la cara del jugador para ver que hasta a él mismo no se cree que haya fallado este tipo de jugadas.

Luego esta la mala suerte que le ha caído a Guille Donoso en su vuelta al Bierzo. El mismo había dicho que vino lesionado y tardó varias semanas en ponerse a punto. Cuando parecía que ya entraba en los planes del entrenador, le ha surgido una lesión grave, que no se había dado a conocer hasta que al salir los jugadores con una camiseta dando ánimos al jugador, temimos lo peor y es que ha dado por terminada la temporada. Era la gran "esperanza blanca" y ahora, salvo que se pueda reemplazar, el equipo se ha vuelto a quedar diezmado. Suerte para Guille.

Si le doy un aprobado raspado a la actuación del domingo simplemente es porque hicieron lo justo para ganar. Y no le quiero restar méritos a los de Bolo con esta afirmación. Es que sigue el equipo sin ser el bloque de principios de temporada. Todos vimos la diferencia de actitud en jugadores como Isi, que además de marcar el gol de la victoria estuvo fajándose con los rivales en cualquier lugar del campo, premiado por la afición con aplausos en una tarde no muy prolija en ovaciones. O la de Kaxe, que recorrió kilómetros por un tubo. Otra cosa es que la mayor parte de las veces sin aportar nada al equipo, pero este jugador no puede ser el que supla a Yuri en el eje del ataque. No se acerca a la portería rival ni por casualidad y una vez que le llegó un balón rebotado estaba en fuera de juego. Para esa misión hay jugadores más preparados como le recordó a Bolo la afición, ovacionando la salida de Matthieu.

Nos recordó la misión encomendada a Kaxe, porque además estaba enfrente, la que tenía  Berrocal cuando militaba en la Deportiva, solo que este cuando menos se llevaba todos los balones por arriba. El resto del equipo posiblemente dio todo lo que sabe, y eso bastó para que en la segunda parte cuando menos el Pontevedra no tuviera las facilidades de la primera. ¿Llega con eso para estar entre los cuatro primeros?

Mucho me temo que no. Y eso que esta semana han favorecido algunos resultados de los equipos que iban por arriba. Ganar tres puntos es vital para volver a puestos de privilegio. Pero si al domingo siguiente volvemos a pinchar, no sirve para casi nada. Y ya hemos comentado lo complicado que será marzo para los de Bolo, que a la baja de Guille tendrán la de Óscar Sielva y no sé si alguna más por lesión. La salida a Las Palmas es tremenda. No porque el rival sea temible en cuanto a su poderío. Es que volvemos a enfrentarnos a un colista y en terreno mortal para la Ponferradina, como es la hierba artificial y encima para más morbo, se juega por la mañana. Todo en contra a tenor de los antecedentes.

Pero de eso escribiremos el jueves.