XAN DAS VERDADES | El PSOE ha ganado las elecciones generales de una manera contundente que le obliga más con la mayoría constitucional que con los devaneos soberanistas.

El PP queda seriamente tocado víctima de su empacho de corrupción, y emplazado a regenerarse con bisturí o a desaparecer con ingrato recuerdo. Ciudadanos se revela como la  oposición emergente, siempre y cuando sea capaz de reencontrar la mesura y desprenderse de ese síndrome estratégico de derechona militante. PODEMOS renuncia a conquistar el Cielo para aceptar que  en la pedrea Sánchez le deje okupar un par de ministerios en trueque por sus escaños. Y el inquietante coco Vox ha aflorado su dimensión real que cabe en un parking de 24 plazas marginales.

En el Bierzo  se reproducen con tozuda coincidencia estos mismos resultados nacionales, aparentemente nada nuevo si no fuera porque estas elecciones generales  tienen todo la pinta de ser las que marquen el final de una época política oprobiosa.

No es que esta mayoría del PSOE sea en sí misma una garantía de que las cosas van a cambiar, sin duda lo es mucho más la debacle sin paliativos del PP.  Y digo que la victoria del PSOE no es ninguna garantía porque  igual les da por volver a las andadas de los mandatos de Zapatero, cuando dieron un recital de mal hacer político que dejó herida de muerte a nuestra tierra.

No obstante vayamos por partes, porque quitarse de la chepa al PP no es poca cosa. En ningún lugar como aquí se ha soportado la ignorancia pasiva con que nos distinguió el gobierno central ante los  atropellos; en ningún otro territorio se ha sufrido el sadismo, sí auténtico sadismo político, despiadado y continuado de un gobierno regional que jamás demostró empatía alguna con los bercianos; y nunca como aquí se ha padecido con resignación la complicidad ominosa  de sus aparatos provinciales y locales, entregados a respaldar y ejecutar las mil perrerías infligidas desde arriba.

La entrada en barrena del PP abre puertas a la esperanza y aporta un benéfico oxígeno al ambiente putrefacto en que nos sumió su hegemonía. Antes su empecinamiento en lacerarnos sin consideración había dado el resultado conocido: un Bierzo totalmente hundido moral y económicamente.

Estas no son palabras hueras ni exageraciones, y no lo son porque nunca en un país en paz unas administraciones responsables del bienestar han hecho tanto daño  innecesario a tantas personas. Aquí no queda nada, ni trabajo, ni talento, ni coraje, ni iniciativa, ni juventud emprendedora, ni mucho menos ilusión, una  crucial y desgraciada equivocación política se ha cargado al Bierzo.

El inefable Prada A Tope reconocía el otro día haberse equivocado, en su momento, por apoyar la inclusión del Bierzo en Castlla y León. A buenas horas mangas verdes, no será por no habérselo advertido; cuando los peores augurios se han cumplido de nada vale lamentarse, y menos pavonearse por reconocer las meteduras de pata.

Todo indica que al PSOE le corresponde liderar políticamente el reto de rescatar al Bierzo del abismo. No es una empresa menor, al contrario, es todo un desafío histórico. Lamentablemente el partido socialista tiene un pasado  muy reciente que lo grava negativamente para oficiar con solvencia moral de redentor de nuestra tierra.

No le falta de nada, si acaso el arrepentimiento, en el capítulo de los agravios consumados: desde la ocurrencia de desestabilizar Endesa con el resultado conocido hasta la negativa a purgar la corrupción inmobiliaria de sus amigotes en el Ayuntamiento de Ponferrada; desde la decisión, suya y solo suya, de aislarnos  del futuro excluyéndonos del AVE al consentimiento tácito de la depredación ambiental con los cielos abiertos ilegales; desde la  liquidación irresponsable de la minería del carbón sin alternativas eficaces a la dilapidación de los ingentes fondos de la Ciuden en un proyecto fallido al solo servicio del enchufismo partidista.

Aunque estos hechos constatables no son los mejores avales, lo cierto es que la gente les ha elegido para confiarles su futuro y en democracia eso es lo que vale. No obstante el PSOE tiene que asumir que sus antecedentes les abocan a que cada uno de sus movimientos sea auscultado con desconfianza.

La duda está servida, y es normal que en esta nueva etapa tendrán que cuidarse mucho de incurrir en frivolidades sectarias porque es más que previsible un reproche social contundente. Sirva como ejemplo premonitorio el malestar por los nombramientos de Azuara y Marqués en la Ciuden, que nada aportan y a la mayoría disgustan.

Confiemos en que el buen criterio se impondrá en el partido socialista, la honesta determinación de devolver a los bercianos lo que han perdido y todos ansían recuperar: la esperanza.