[LA OVEJA NEGRA] Más madera Imprimir
Viernes 28 de Diciembre de 2018 01:54

GERMÁN VALCÁRCEL | El "mundo de 2007" se ha acabado, ya no existe como tal, ni volverá jamás. Es un "mundo" que se está deshaciendo poco a poco ante nuestros ojos, pero sin darnos cuenta. Estamos en un punto de inflexión histórica.

A pesar de ello, por estas decadentes tierras da igual cualquier gilipollez que se plantee, casi nadie se toma la molestia de comprobar la viabilidad económica o la coherencia de algunas propuestas, en definitiva su validez. Ahí tienen un ejemplo calentito: la desafectación del Ponfeblino, como paso previo para transformarlo, mediante una millonaria inversión, en un recurso turístico, seguramente, nos dirán, "respetuoso con el medioambiente" y "sostenible". Aquí, parece que nadie se pregunta si este tipo de ocurrencias están en relación con las necesidades reales de la inmensa mayoría de la población o si tienen alguna posibilidad, más allá de la masturbación mental o los espurios intereses políticos y económicos de unos individuos o individuas muy concretos. Pero eso que más da, en el fondo solo se trata, una vez más, de corrupción, manipulación y control, dedicados a proteger los intereses de los listillos de siempre. Es la disputa por el pastel que emana de las administraciones públicas, de la utilización y mercantilización de los bienes comunes por parte de unos pocos jetas.

Debido a esa falta de rigor e interés, por conocer lo que realmente se esconde detrás de esos fuegos de artificio, se genera el caldo de cultivo por el cual la sociedad berciana está en situación óptima de alcanzar, directamente la nada, la vulnerabilidad total, la ingenuidad extrema, la estupidez o el imperio grotesco de la barbarie.

No es necesario tirar de Karl Marx o de Karl Polanyi para combatir las simplezas de los "cuñaos" políticos que se esconde –son unos solipsistas y unos autistas que no merecen ningún respeto intelectual o político– detrás de estas necedades que, en el fondo, no son más que postureo para entretener y confundir a una sociedad que, más aterrada que egoísta, se niega a perder el miedo a que las cosas no puedan seguir siendo como nos han dicho que eran.

No, no podemos seguir haciendo las mismas cosas que nos han traído a la situación actual, hay un dicho útil sobre eso: "si haces lo de siempre, obtendrás el mismo resultado". Tenemos que evitar y denunciar los entusiasmos engañosos de los vendedores de humo. Mientras perduren las viejas ideas, la vieja lógica, el camino hacia el abismo es el único camino.

En el Bierzo solo el muy minoritario y fragmentado movimiento ecologista, como sacerdotes de una Gaia enojada, hablan de dejar de expoliar nuestros valles y montañas, de contaminar nuestros ríos y el aire que respiramos. Pero, reconozcámoslo, tienen serios problemas de credibilidad, en parte porque por estas tierras se suele llamar ecologismo a lo que en realidad es "greenwashing" (lavado verde); por eso son tan vulnerables a los furibundos ataques, intoxicaciones y manipulaciones de los gabinetes de comunicación y propaganda de empresas como Votorantim Cosmos, Forestalia o de las distintas Administraciones del Estado, dirigidos por "mercenarios" del periodismo que se dedican a dar argumentarios falsos y repletos de falacias que sirven a descerebrados para vilipendiar a las caras más conocidas de los ambientalistas y justificar el ecocidio destructor en aras de no se sabe bien que progreso.

Mientras perduren las viejas ideas, la vieja lógica, el camino hacia el abismo es el único camino

Pero, todo hay que decirlo, no se puede ser ecologista sin cuestionar radicalmente el paradigma económico-político vigente (salir de ahí es otra cosa muy distinta desde luego). Dar rodeos sin tocar el núcleo es un pseudoecologismo que enmascara a la crítica real y que acapara el espacio, digamos, desde que apareció lo del "desarrollo sostenible" o "crecimiento verde". El ecologismo consecuente debería ser anticapitalista, dejando claramente expuestos sus objetivos de deconstrucción o derrocamiento de un sistema peligroso para la vida animal y vegetal. Es necesario plantear la cuestión socio-ecológica en su cruda realidad. Ya no hay tiempo para eufemismos, es preferible ser impopular a no ser creíble.

Lo que ocurre con el movimiento ecologista, tanto aquí como en otros muchos lugares, nos lo explica magníficamente el filósofo y autor de ensayos sobre ecología política y pensamiento ecológico Jorge Riechmann: "La mayor parte del (muy minoritario) movimiento ecologista/ambientalista no es anticapitalista. La mayor parte del (muy minoritario) movimiento anticapitalista no es ecologista. A unos les falta comprensión de lo que es la acumulación del capital, y cómo condiciona casi todo. A otros les falta comprensión de lo que es el cénit del petróleo, el calentamiento climático y la Sexta Gran Extinción, y cómo condicionan casi todo. En la intersección de estas dos pequeñas minorías tenemos un minúsculo grupo de ecologistas anticapitalistas (que deberían ser también feministas y animalistas) con una comprensión más o menos adecuada de dónde estamos en realidad, de en qué mundo vivimos de verdad. Lo llamamos, para abreviar, ecosocialistas. Somos cuatro gatos. Entre la realidad y la anestesia prefiero la anestesia, sigue diciendo la mayoría.

Transcurridas ya dos décadas del siglo XXI, por estas perdidas tierras casi nadie parece comprender que el futuro inmediato se va a caracterizar por un profundo ajuste de cuentas entre la civilización moderna y los limites biofísicos de la Tierra del que solo estamos viendo las primerasc onsecuencias. Si la sociedad berciana y sus dirigentes siguen pensando en el futuro en términos de pasado nos dirigimos directamente al desastre.

Tristes fósiles somos los bercianos, encerrados, física y mentalmente, en esta comarca circular. Hemos sido sobrepasados y minimizados por la globalización neoliberal, por los nuevos procesos tecno-económico-sociales, por el diabólico triángulo de crisis energética, Cambio Climático y colapso ecológico, por directrices, directivas, criterios, recomendaciones europeas y por compromisos formales adquiridos por nuestros gobernantes. Lamentable y bochornosa obsolescencia la nuestra.

Ya nos avisaba William Catton, en su libro Overshoot (traducido al español como Rebasados): "Nuestra especie no es lo suficientemente sabia (sapient) para lidiar con el mundo que ha creado y dudo que pueda evitar su colapso en el siglo XXI conforme se tenga que enfrentar a la crisis ecológica".

 

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