[LA OVEJA NEGRA] El combustible de la barbarie Imprimir
Viernes 18 de Enero de 2019 01:03

GERMÁN VALCÁRCEL | Las franquicias bercianas de las izquierdas institucionales, instaladas en su cortedad de miras y en sus miserias internas, se han comportado históricamente como chiringuitos o como empresas de productos fraudulentos.

Siguen haciéndolo a día de hoy, nos lo demuestra el patético episodio protagonizado, en vivo y en directo en Radio Bierzo por el portavoz municipal de Ponferrada en Común (PeC), don Miguel Ángel Fernández, alias Tanke, cuando, trascendiendo los límites de la estupidez mesiánica y sorprendiendo con ello ya solo a sus adeptos y a los nostálgicos de lo que nunca fue, no dudó en tildar a sus compañeros, críticos con su actuación política, de “trastornados y gentes con oscuros intereses”. Por fin el exconsejero de Caja España, despojado de cualquier disfraz, mostrándose como lo que realmente es, un manipulador político sin más preocupación que su propia supervivencia y menos cultura política que un pimiento, un cabal representante del cuñadismo izquierdista, un mitinero vendedor de crecepelo, un papagayo recitador de farragosos discursos vacíos y de grotescas soflamas seudorevolucionarias.

El último incidente consumado por el portavoz de PeC y el esperpéntico proceso de elección, con supuesto “pucherazo” incluido, del futuro candidato de IU a la alcaldía de Ponferrada, no son algo aislado, sino síntoma orgánico y estructural de un colectivo donde unos arraigados usos y costumbres antidemocráticos y pervertidos, impuestos hace ya demasiado tiempo por quien secuestró la organización durante casi tres décadas, convirtiéndola en un chiringuito al servicio de sus intereses y para su propio beneficio personal, les hace pasar meses atascados en pequeños sucesos, broncas y divisiones internas, en críticas personales, paralizados políticamente, totalmente ajenos a los gravísimos problemas de la población, a la que dicen defender y querer representar.

Es el destino de aquellas estructuras que, supuestamente llamadas a representar a las personas trabajadoras y a las más vulnerables de la sociedad, son colonizadas por gentes sin escrúpulos ni ideología que se limitan a utilizarlas para preservar sus propios intereses, su realidad. Realidad que defienden, amparan y perpetúan minúsculos grupos de personas, tan sumamente atraídas por el poder (por insignificante que sea) y tan presas en sus mieles que son incapaces de verse a sí mismos con una mínima distancia autocrítica, reconocer su incapacidad manifiesta para servir como arietes institucionales para la demolición de las corruptas estructuras políticas y sociales y apartarse para que surja lo necesario.

Si vamos al detalle, como diría el humorista José Mota, todo parece indicar que este último episodio ha sido la escenificación de la despedida de la política institucional del exconsejero de Caja España (servidor lo creerá cuando se haga realidad; de ser cierto, que tanta paz lleve como deja), es, también, un magnifico resumen y todo un muestrario de lo que ha sido su dilatada, en el tiempo, trayectoria política: autoritarismo, coacciones, traiciones, difamaciones, manipulaciones y mentiras. Todo esto solo produce vómitos y tristeza, los vómitos que ocasiona el asco y la tristeza que genera ver el grado de degradación que llega a sufrir un ser humano cuando es desbordado por una ambición irrefrenable, alentada, potenciada y estimulada desde sectores politicos, empresariales y culturales muy diversos y alejados de lo que pretende representar, y por la ausencia de escrúpulos a la hora de pelear por sus objetivos.

La ideología de extrema derecha empieza a empapar a una parte importante del espectro social de los partidos de la derecha institucional

El pervertido entramado político comarcal que tres décadas de “Tankismo” deja atrás en IU hace que la exigencia social de regeneración de ese sector de la izquierda berciana, la institucionalista electoral situada a la izquierda del PSOE sea tan necesaria, y sólo desde el prejuicio y la desinformación pueda ser calificada de utópica. Lo que está en peligro no sólo es la mayoría social de izquierda y, con ella, una presencia política mayoritaria del centro-izquierda en las principales instituciones de la comarca, sino los fundamentos democráticos de una sociedad, la berciana, donde la ideología de extrema derecha empieza a empapar a una parte importante del espectro social de los partidos de la derecha institucional, desde el PP al bercianismo.

Aunque personalmente no creo en la vía electoral-institucional, asumo que hay muchas personas de buena fe que siguen teniéndola como única opción. Para que ese devastado sector de la izquierda berciana no se desertice totalmente y se tarde un largo periodo en repoblarlo se necesita una reacción urgente basada en una renovación total de plantilla, olvidar las urgencias electorales y las prisas por pisar moqueta; poner freno a tanto oportunista como pulula por ella y hacer un replanteamiento cultural y estratégico. Esa mayoría no puede vertebrarla hoy por hoy, ni mañana por la mañana, IU (demasiado infectada por el virus del fulaneo político, introducido por el que ha sido, ¿es todavía?, su máximo “líder” aunque sea una fuerza llamada a formar parte del proceso), por mucho que, desde sectores internos, intenten contar el cuento de la lechera de que solo en torno a ellos se propiciaría la alternativa de una izquierda de verdad.

Pero ojo, en la dividida izquierda alternativa berciana la tendencia tan acreditada como acretinada de olvidar que los bárbaros no llegan de fuera y es gravemente erróneo observarlos con catalejo para decidir. Grave error de mirada, ya que el exconsejero de Caja España, sus discípulos y sus coreutas, como los comunistas o los curas, nunca dejan de ser lo que son, por más que se disfracen o hasta renieguen. Si no me creen, y por no retroceder mucho en el tiempo, consulten a ese reguero de muertos y mutilados políticos que dejó el proceso que llevo a PeC al Consistorio ponferradino.

Toda lo que está ocurriendo en ese sector político y social del Bierzo me trae a la memoria aquello que afirmaba Walter Benjamin, aquel inteligentísimo judío alemán, pensador marxista, crítico literario y traductor que, cuando huía de los nazis, acabó suicidándose en una mísera pensión de Port Bou: “el progresismo es el combustible de la barbarie”, nada como observar lo que está ocurriendo en nuestro entorno para darse cuenta que su tesis sigue siendo no solo valida sino actual.

Ante los embates, en ascenso y cada vez más violentos, de los perros de presa del neoliberalismo, por estas tierras también los hay, a servidor ya solo le sirve el día a día y como sostenía el anarquista vigués, Ricardo Mella: "votad lo que estiméis conveniente la jornada de las elecciones, o absteneos. Pero no olvidéis nunca que lo primordial es lo que hacéis, con vuestra lucha, los 364 días restantes del año". Entramos en tiempos oscuros, tengamos lo ojos muy abiertos.

 

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